Mientras buena parte del mundo sigue adaptándose al 5G, en China ya opera con una red que multiplica por diez esa velocidad. Se prostitución de Xiong’an, la primera ciudad del planeta donde ya está funcionando de forma comercial la red de costado ancha 10G, capaz de alcanzar velocidades de hasta 10 gigabits por segundo.
A diferencia de las tecnologías anteriores, 10G no es una crecimiento del 5G móvil, sino una nueva engendramiento de red óptica fija (basada en tecnología 50G-PON) que ofrece una conexión estable, masiva y ultrarrápida. En pruebas reales, los usuarios acceden a descargas de hasta 9.834 Mbps y subidas de más de 1.000 Mbps, con una latencia inferior a 3 milisegundos, lo que permite interacciones digitales prácticamente instantáneas.
Este tipo de conectividad abre la puerta a nuevas formas de interacción: juegos en la nubarrón sin latencia, streaming en 8K, telemedicina descubierta, educación inmersiva, y soporte robusto para vehículos autónomos y ciudades inteligentes.
Xiong’an no es una ciudad cualquiera. Fue concebida desde cero en 2017 como un esquema piloto de urbanística inteligente impulsado por el presidente Xi Jinping. Está ubicada al suroeste de Pekín, diseñada para encajar una población en extremo conectada, en un entorno sostenible y digitalizado.
Allí, la infraestructura fue planeada para incorporar desde el inicio tecnologías como gratitud facial en el material urbano, sistemas de administración ambiental automatizados, edificaciones inteligentes y plataformas de datos integrados. Esto convierte a la ciudad en el entorno ideal para poner en marcha la red 10G.
¿Qué pueden esperar otros países?
Este avance marca un antiguamente y un luego en la carrera por la conectividad integral. Mientras países como Corea del Sur, Japón y Estados Unidos lideraban en asimilación de tecnologías de telecomunicaciones, China se adelanta al establecer el primer tipificado activo de red 10G a gran escalera. La meta es expandir esta red a más de 100 regiones del país antiguamente de que finalice el año.
Para el resto del mundo, el desafío será adaptar su infraestructura para no quedarse antes. Esta red requiere no solo nuevas tecnologías de fibra, sino asimismo una transformación del ecosistema urbano: desde las plataformas educativas hasta los sistemas de movilidad, todo deberá ajustarse a esta nueva velocidad de vida digital.
Lo verdaderamente relevante no es solo la ligereza, sino el potencial que habilita. En un entorno donde cada vez más servicios dependen del procesamiento en tiempo auténtico, desde la inteligencia industrial hasta los prismáticos digitales, esta tecnología es la colchoneta sobre la cual se construirán los modelos económicos y sociales del futuro.
Xiong’an se convierte así en una vitrina del mañana, un espacio donde la conectividad no es solo una utensilio, sino parte integral del diseño de ciudad. Y con ello, deja claro que el futuro digital ya no es promesa, está presente.
Imagen: Generada con IA / ChatGPT
