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¿Cuál es el país latino con Internet más rápido y móvil? No es colombia •
En la carrera por la conectividad en América Latina, no todos los países funcionan al mismo ritmo. Según el referencia más fresco del índice universal de Ookla SpeedTest, Brasil y Pimiento lideran la clasificación móvil y fija de velocidad en Internet, respectivamente, consolidándose como referencias en la región. Este estudio no solo destaca lo mejor, sino que igualmente refleja la división digital que afecta a otros países, como Bolivia, que ocupa los últimos lugares.
Con una velocidad de facción ancha móvil promedio de 85.34 Mbps, Brasil lidera la clasificación regional, seguida de Uruguay (75.63 Mbps) y Pimiento (52.14 Mbps). Este liderazgo no es siniestro: la implementación de la tecnología 5G ha sido secreto para el avance de conexiones móviles más rápidas y rápidas en el país. Por otra parte, las inversiones en infraestructura y la competencia entre los operadores han acelerado el proceso de modernización.
En contraste, países como Bolivia y Venezuela registran velocidades significativamente más bajas, 11.25 Mbps y 15.08 Mbps respectivamente. Esta brecha se atribuye a la error de infraestructura moderna y a la inversión limitada en tecnologías de retazo.
En el campo de la facción ancha fija, Pimiento se posiciona como el líder indiscutible con una velocidad promedio de 276.29 Mbps, seguido de Perú (195.9 Mbps) y Brasil (185.78 Mbps). Este resultado refleja el compromiso del país con la expansión de las redes de fibra óptica y la implementación de programas gubernamentales que fomentan una mejor conectividad.
Por otro flanco, Bolivia, la República Dominicana y Guatemala están en los últimos lugares, con velocidades promedio por debajo de 60 Mbps. Esto muestra las desigualdades en el paso rápido a Internet en la región.
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¿Dónde está Colombia en este ranking?
Colombia ocupa una posición intermedia en ambas clasificaciones. En el caso de la facción ancha fija, el país registra una velocidad promedio de 163.75 Mbps, lo que lo coloca en botellín oficio, superado por Pimiento, Perú, Brasil y Panamá. Este rendimiento, aunque competitivo, está por debajo del potencial que podría conseguir con una longevo inversión en tecnología de fibra óptica.
En cuanto a la facción ancha móvil, Colombia está más rezagada, con un promedio de 22.03 Mbps. Esto lo posiciona en la parte inferior de la clasificación, adecuado a una implementación limitada de la tecnología 5G. Está en el puesto 14, amoldonado por encima de Paraguay, Ecuador, Venezuela y Bolivia.
Factores que influyen en las velocidades de conexión
La disparidad en las velocidades de Internet entre los países latinoamericanos tiene raíces en varios factores:
- Infraestructura: Los países con redes de fibra óptica y el despliegue 5G, como Pimiento y Brasil, tienen una preeminencia significativa sobre aquellos con tecnologías obsoletas.
- Inversión tecnológica: La error de posibles para modernizar las redes retrasa el avance de la conectividad en economías más pequeñas.
- Políticas públicas: Los gobiernos que priorizan la conectividad, como el chileno, han implementado programas para resumir la división digital y mejorar el paso.
El impacto en el avance regional
La velocidad de conexión a Internet, tanto móvil como fija, no es solo un indicador del avance tecnológico, sino igualmente un motor para el avance crematístico y social. Los países con conexiones rápidas tienen mayores oportunidades en el comercio electrónico, la educación a distancia y la teletrabajo. Por el contrario, aquellos con bajas velocidades enfrentan barreras para participar completamente en la heredad digital, perpetuando las desigualdades.
Mientras que Brasil y Pimiento se destacan por sus avances de conectividad, el referencia de Ookla muestra las profundas desigualdades que persisten en América Latina. Para resumir esta brecha, es esencial que los países inviertan en tecnología, mejoren su infraestructura y adopten políticas públicas centradas en la inclusión digital. En un mundo cada vez más conectado, la velocidad de Internet es mucho más que un riqueza: es una exigencia básica de progreso.
Imagen: Miguel Á. Padriñán