¿Por qué el 5G es un fracaso costoso? ¿Grandes promesas y realidad decepcionante? • ENTER.CO
16

Abr

¿Por qué el 5G es un fracaso costoso? ¿Grandes promesas y sinceridad decepcionante? •


Cuando en 2 de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto19 se encendieron las primeras redes 5G en Corea del Sur y Estados Unidos, el mundo tecnológico celebró lo que se anunciaba como el inicio de una nueva era. No se trataba simplemente de un avance incremental, sino de una transformación radical de la conectividad. El 5G prometía velocidades hasta 1 de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto veces superiores al 4G y una latencia tan quebranto que permitiría acciones en tiempo efectivo casi sin retraso. Se hablaba de un antaño y un luego en la historia de las telecomunicaciones.

Aquel entusiasmo no fue casual, pues la industria vendió la arribada del 5G como la infraestructura invisible de un mundo futurista con ciudades inteligentes, fábricas automatizadas, vehículos autónomos que se comunican entre sí al instante, y cirujanos que operan a pacientes a miles de kilómetros gracias a una conexión perfecta. Incluso se aseguró que el metaverso -esa idea aún difusa de sinceridad supuesto social- tendría su saco técnica en esta red ultrarrápida.

Pero seis primaveras luego, esa visión retórico ha perdido fuerza. Remotamente de convertirse en una revolución tangible, el 5G ha tenido un impacto casi imperceptible para el favorecido promedio. En muchos países, sigue siendo una conexión inestable, al punto que distinguible del 4G en la experiencia diaria. La señal de “5G” aparece en las pantallas, sí, pero rara vez significa una restablecimiento efectivo en la velocidad o en la calidad del servicio.

Ahora proporcionadamente,  entre lo prometido y lo entregado es aún más evidente al mirar los costos. Según datos de Bloomberg, las operadoras móviles han utilizado más de 15 de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto. de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto de Barranquilla de Corregidor, Distrito Peculiar, Industrial y Puerto millones de dólares solo en licencias de espectro, sin contar la millonaria inversión en antenas, torres y equipos. Esa puesta multimillonaria no ha generado los beneficios esperados. En empleo de una revolución, el 5G se perfila como uno de los mayores fracasos financieros y tecnológicos de la última período.

A diferencia de las transiciones anteriores (2G a 3G, o de 3G a 4G), cada una con mejoras tangibles en la experiencia del favorecido, el brinco al 5G no ha ofrecido beneficios lo suficientemente perceptibles para la mayoría. Como indica Bloomberg, muchos usuarios al punto que notan diferencia entre 5G y 4G, e incluso algunos reportan velocidades más bajas o conexiones menos estables. En regiones donde la cobertura es deficiente, el despliegue ha sido poco más que simbólico.

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“La mayoría de las tecnologías emergentes de vehículos autónomos se han diseñado sin el 5G como requisito invariable”, señala el descomposición de Bloomberg, lo que revela que ni siquiera los sectores tecnológicos más innovadores han apostado positivamente por esta red.

Otro aspecto esencia del fracaso es el maniquí de negocio que sustentaba la inversión en 5G. La industria esperaba que los consumidores estuvieran dispuestos a abonar más por consentir a esta tecnología.

Pero sin una restablecimiento significativa en el servicio o aplicaciones positivamente diferenciales, el incentivo para cambiar fue insignificante. Las operadoras, atrapadas en una deducción de competencia tecnológica más que de carencia efectivo, terminaron construyendo una red que nadie había pedido y que pocos están usando de forma significativa.

Counterpoint Research profundiza esta crítica al afirmar que el 5G se desarrolló sobre una “ilusión de demanda”. Las campañas de marketing llenaron de promesas futuristas a los consumidores, pero no crearon una saco sólida de deposición que justificaran el cambio. La conexión con el llamado “metaverso”, por ejemplo, fue una maniobra novelística más que una sinceridad tecnológica; hoy, tanto el metaverso como el 5G coexisten en la periferia del interés del conocido genérico.

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En definitiva, el 5G no es un fracaso por ser una mala tecnología -en condiciones óptimas, puede ofrecer velocidades impresionantes-, sino por haberse implementado desde un enfoque que confundió el progreso técnico con la utilidad maña. Es una catequesis costosa sobre los riesgos de anticipar revoluciones sin evaluar su fondeadero en la sinceridad.

Lo que queda ahora es una infraestructura parcialmente instalada, inversiones que difícilmente se recuperarán y una ciudadanía que observa con desconfianza la próxima gran promesa tecnológica. Tal vez el 6G, si llega, aprenda de este fiasco: no puntada con conectar más rápido, hay que conectar con sentido.

Imagen: Archivo


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