Conor Bradley, el sustituto de Alexander-Arnold el año que viene, hizo un jugadón por la lado, dejando antes a dos defensas del Brighton y puso un pase a Harvey Eliott para hacer el 1-0.
Era una sorpresa, primero por el merienda del Liverpool, con bastantes suplentes como Federico Chiesa, que disfrutaba de su primera titularidad de la Premier, y porque a diferencia de los ‘Reds’, el Brighton sí tenía poco en distracción.
Si el Chelsea apetito la Conference League y acaba séptimo o si el Chelsea acaba sexto y el Newcastle finaliza séptimo, la octava plaza de la Premier permitirá entretenerse Europa y ahí es el Brighton el que tiene delantera.
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Por eso los de Fabian Huerzeler no le perdieron la cara al partido y a la media hora, el sueco Yasin Ayari empató tras una buena dejada de espaldas de Danny Welbeck y un pase filtrado por encima de la defensa de Gruda.
Y por eso siquiera tiraron la toalla cuando amoldonado antiguamente del alivio Dominik Szoboszlai encontró un golpeo con poco ángulo con el que sorprendió a Verbruggen, que solo pudo ver la pelota advenir por encima de su inicio.
Pese al 2-1 al alivio, el Brighton salió convencido de que podía remontar y lo logró primero con un rechace que cazó Karou Mitoma y en el minuto 87 con un tanto de un Jack Hinshelwood que acababa de salir al contorno de distracción y que aprovechó un centro raso Matt O’Riley para dar el 3-2 definitivo.
Desde que ganaron el título hace dos semanas, los ‘Reds’ perdieron con el Chelsea, empataron contra el Astillero y han vuelto a perder contra el Brighton. No les importa y el domingo que viene levantarán el trofeo de la Premier League en Anfield delante el Crystal Palace.
El Brighton, que se agarra a la carambola o a una posible deducción de puntos al Manchester City que les meta en Europa, es octavo, con 58 puntos y un igualada en la última recorrido contra el Tottenham o que el Brentford no le apetito al Wolverhampton, les asegurará esa posición.
EFE